macroeconomia clasica


La moderna macroeconomía clásica y sus consecuencias para la formulación de la política económica*

I. INTRODUCCIÓN

La moderna macroeconomía neoclásica ha cambiado profundamente nuestra forma de entender la política económica. Con la incorporación del enfoque intertemporal y la introducción de la hipótesis de las expectativas racionales en los modelos macroeconómicos, esta literatura ha sentado las bases de una nueva teoría de la política económica. Como resultado de estos desarrollos teóricos, iniciados en la década de los 70, se ha procedido a revisar los pilares de la sabiduría convencional en torno al diseño, posibilidades limitaciones de la política económica. Bien podría decirse que Lucas –en tanto introductor de estas contribuciones teóricas– es al estudio de la política económica en el último tercio del siglo lo que Tinbergen representó para la teoría de la política económica en las tres décadas posteriores al nacimiento de la macroeconomía de la mano de Keynes y su Teoría General.

El presente trabajo examina los aspectos fundamentales de esta nueva concepción de la política económica y establece un análisis comparativo con los rasgos esenciales de la concepción tradicional. El objetivo principal es subrayar, por una parte, la importancia que en la concepción de la política económica tienen la estrategia modelizadora y el supuesto relativo a la for ación de expectativas empleados por el economista, y destacar, por otra, los tres principales ámbitos de la teoría de la política económica que han experimentado una profunda revisión como consecuencia de las contribuciones de la macroeconomía del equilibrio: la concepción, la simulación y el diseño de la política económica.

En el ámbito de la concepción de la política económica, las diferencias son manifiestas entre las teorías tradicional y moderna de aquélla. Frente a la concepción tradicional –dominante hasta entrados los años 70 y asociada a la macroeconomía de la IS-LM-mercado de trabajo y la hipótesis de expectativas adaptativas–, en virtud de la cual la política económica se interpretaba en términos de un juego del gobierno contra la naturaleza, la concepción moderna –preponderante desde finales de los 70 y vinculada a la macroeconomía de los modelos de equilibrio de expectativas racionales– entiende la política económica como un juego dinámico entre las autoridades económicas y los agentes privados, considerados ambos como decisores racionales.

En cuanto al ámbito de la simulación de la políticas económicas, cabe decir que las diferencias entre las teorías tradicional y moderna de la política económica quedaron sistematizadas en la crítica que Lucas formulara en su trabajo de 1976 y que, en realidad, no es una, sino dos críticas complementarias, dirigidas a sendos aspectos del enfoque tradicional, a saber, el relativo al concepto operativo de la política económica, esto es, a la delimitación del conjunto de actuaciones de política económica cuyos efectos son evaluables, y el asociado al método de evaluación econométrica de los efectos de políticas económicas alternativas.

Por último, en el tercer ámbito de renovación de la teoría de la política económica, el referido al diseño de las políticas económicas óptimas, también es posible apreciar diferencias importantes entre las lit eraturas tradicional y moderna, especialmente en lo que concierne al concepto de optimalidad de la política macroeconómica, esto es, el criterio o enfoque por el que se enjuicia la deseabilidad de las acciones de política económica, y al papel de la credibilidad como condicionante tanto del diseño como de los efectos de ésta.

NUEVA MACROECONOMIA CLÁSICA
La llamada Nueva Escuela Clásica se basa en dos supuestos: el primero es la posición de los clásicos y de todos los monetaristas, que los precios y los salarios son flexibles y que se ajustan automáticamente, equilibrando la oferta y la demanda. Inherente a este supuesto es la idea clásica de que los mercados son altamente competitivos. Para la nueva escuela estos supuestos son más evidentes cuando los individuos tienen una mejor información que se toma en cuenta rápidamente haciendo que los precios y las cantidades se ajusten con rapidez. El segundo supuesto es justamente lo que caracteriza a esta corriente, las expectativas racionales. Parten de que los individuos forman sus expectativas con base en la mejor información de que disponen. Al igual que la teoría neoclásica marginalista parten de que los individuos se comportan de manera racional, actúan por su interés propio, saben maximizar su satisfacción y su beneficio. Señalan que los individuos reúnen información y la analizan de manera racional, inteligente, para crear sus expectativas respecto a los temas económicos que les interesan. Estas expectativas influyen en los inversionistas y en los consumidores para gastar y ahorrar en el futuro. Estas expectativas pueden causar incrementos o decrementos en la demanda del mercado con sus ascensos y descensos en los precios. De acuerdo a este supuesto, los gobiernos no pueden engañar a la opinión pública, pues ésta tiene acceso a la misma información que ellos. Una de las implicaciones de la Nueva Macroeconomía Clásica es la “ineficacia” de la política económica, fiscal y monetaria, como le llama Samuelson o la “credibilidad” de Dornbusch, o “la fiabilidad” de Lucas y Sargent. Es en el sentido que los agentes económicos ya conocen lo que sucederá cuando se anuncia una política económica y actúan en consecuencia. Si el gobierno anuncia una política expansiva para incrementar la producción y el empleo, los individuos con base a la experiencia, a la información y a sus conocimientos de teoría económica, prevén o anticipan que habrá inflación, y, consecuentemente, piden aumentos salariales, aumentan los precios y los intereses; el comportamiento colectivo de los agentes económicos lleva, efectivamente, a una inflación y, por tanto, los efectos de la política económica no se concretan en producción real y empleos, nulificándola. Los macroeconomistas de las expectativas racionales se oponen a las políticas económicas discrecionales o impredecibles. Consideran que la política del gobierno puede empeorar las cosas, porque trasmiten señales económicas erróneas, confunden a la opinión pública, distorsionan su conducta económica y provocan despilfarro. El gobierno no puede predecir la economía mejor que el sector privado, o reacciona más lentamente que los agentes privados, o simplemente el mercado actúa, con los supuestos ya vistos, equilibrando la oferta y la demanda más eficientemente de lo que el gobierno hubiera podido hacer. Al igual que el resto de los monetaristas se manifiestan por la regla o norma monetaria.Los nuevos macroeconomistas clásicos consideran los “errores de percepción” de los individuos como la clave de los ciclos económicos. En el caso del desempleo lo consideran en su mayor parte voluntario, acorde con la teoría clásica, al revés de la teoría keynesiana. A su juicio, el desempleo aumenta porque en las crisis hay más personas buscando un trabajo mejor y no porque no encuentren trabajo, ya que al precio vigente el mercado tiene que equilibrar la oferta y la demanda. Creen que el desempleo aumenta porque los trabajadores están equivocados respecto a la situación económica existente y abandonan voluntariamente su empleo con la esperanza de encontrar otro mejor, pero se sorprenden cuando se encuentran en la oficina del desempleo. O, en la fase de expansión del ciclo económico, cuando la gente se equivoca y trabaja con mayor intensidad de la habitual, porque sobrestima los salarios reales, el nivel de producción es elevado y el del desempleo bajo.Los macroeconomistas han criticado la curva de Phillips, que relaciona en sentido inverso la inflación y el desempleo; se les atribuye la autoría de la “nueva curva clásica de Phillips”, que se distingue de la original porque ésta es vertical y no de pendiente negativa. La nueva curva explica que un aumento de los precios y los salarios nominales hace que los trabajadores se confundan, creyendo que sus salarios reales han subido, por lo que deciden trabajar más u ofertar más y los empresarios demandan más trabajo por lo tanto disminuye el desempleo a corto plazo; en este punto coincide con la vieja curva. Pero después las previsiones o expectativas se reajustan y se regresa a la tasa de desempleo anterior o desempleo “natural”, pero con una inflación más alta. Las expectativas aceleraron la inflación. Esta nueva curva de los clásicos es la misma que Friedman y Phelps dieron a conocer en 1967, y Friedman la retomó en 1976 para explicar la contradicción de inflación y desempleo de la recesión mundial. Friedman, en 1976, hace mención especial a las “fecundas contribuciones de John Muth, Robert Lucas y Thomas J. Sargent” al tema de las expectativas racionales y a la curva de Phillips de los clásicos . También se considera miembros de esta corriente a Robert Barro y a Neil Wallace.

LA LÓGICA DE LA POLÍTICA ECONÓMICA

El principio de racionalidad y la especificidad de la política económica como disciplina.

El economista interpreta el comportamiento humano como actos electivos que resultan de la concreción para un entorno dado de las reglas de decisión óptimas de los agentes. Estas reglas o funciones de reacción, es decir, las funciones de oferta y demanda de los agentes, se derivan de las condiciones de primer orden de los programas de optimización que los agentes supuestamente resuelven. Los actos humanos son vistos, por tanto, como actos de racionalidad.
Este enfoque maximizador, en virtud del cual los agentes económicos se comportan a lo largo de s us vidas como si fueran controladores óptimos, es el aplicado tradicionalmente a consumidores y productores, y en tiempos más recientes también se ha extendido fructíferamente su empleo al
análisis de fenómenos pertenecientes al campo del derecho, la sociología y la ciencia política (véase Febrero y Schwartz, 1995).

De modo análogo, el economista analiza la actividad político-económica como actos de racionalidad del policy maker. La especificidad de la literatura político-económica, o de la política económica como disciplina, reside precisamente en la aplicación o extensión del enfoque económico del comportamiento humano a la toma de decisiones de las autoridades económicas.
La formulación de la política económica se interpreta, consecuentemente, como el resultado de la previa resolución de ejercicios de optimización por parte de las autoridades económicas.
Para ello, y desde la contribución seminal de Tinbergen (1952) a la teoría de la política económica, se recurre al concepto de modelo de política económica (véase Fernández Díaz, 1972) para expresar formalmente la lógica de la política económica. Para el economista, la lógica de la política económica queda condensada, por tanto, en la estructura de un problema de optimización condicionada. Esta estructura h a ido ganando complejidad con los avances experimentados por la teoría de la política económica.

Así, desde las primeras aportaciones de los años 50, en las que ni siquiera se explicitaba la función objetivo del problema, se ha pasado en la década de los 80 a una estructura propia de un juego dinámico en el que tanto el gobierno como los agentes privados resuelven ejercicios de optimización dinámica estocástica.

2 comentarios:

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